Don recibido.
18 de julio de 2024
Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
1 de San
Pedro 4, 10.
Con los dones que
Dios nos ha concedido podemos tener varios desenfoques y caer en algunos
engaños.
Unos es precisamente
creer que son nuestros, que los hemos generados o ganado. Otra tentación es
hacerlos crecer y cuidarlos para nuestra propia edificación y ganancia. Sin
embargo Pedro lo deja muy claro: no son nuestros, son concedidos, y para
ponerlos al servicio de los demás, no al nuestro; porque si así lo hacemos
solo recibiremos nuestra propia paga, un salario que necesitaremos cada vez más
alto, porque nuestras endorfinas no se conforman con la satisfacción del último
de nuestros servicios a nosotros mismos.
Pero hay otro peligro
más sibilino, incluso más eclesial. Estar convencidos de que nuestro don es
insignificante, prescindible y poco útil, y añorar/envidiar el que tiene el
hermano. Confundimos el éxito con los frutos. Y estamos llamados a esto último.
Pidamos al Señor la
humildad necesaria para ponernos al servicio del prójimo con el don recibido; y
hagámoslo sin trompeteo y notoriedad. De este modo, nuestro padre nos
recompensará. ¿Cómo? como nos sea más provechoso para nuestra vida de Fe.
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