El sufrimiento evangeliza.

 "Mirad a mi siervo, mi elegido.....No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles."

Mt 12, 18a.19.

Es Jesús caminando por las calle de Jerusalén, con la cruz a cuestas y camino del calvario. ¿Cómo es posible que ese hombre andrajoso con un aspecto de vencido y derrotado sea el elegido de Dios? ¿Cómo puede ser que Dios que es amor, permita tanto sufrimiento en nuestra vida y en la de los demás? Estas preguntas se las han hecho todos los hombres de todos los tiempos. Recuerdo a Antonio Machado que en su célebre "saeta" proclama como un grito "No eres tú mi cantar, no puedo cantar ni quiero a ese Jesús del madero...."

El sufrimiento nos asusta a todos, lo queremos evitar siempre porque detrás está nuestro natural miedo a la muerte. Sin embargo Dios nos lo muestra como un padecimiento redentor, casi como una misión. Ya lo dice San Pablo en la carta a los colosenses: "completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo".

Evidentemente no hay que perseguir el sufrimiento porque la vida misma nos lo presenta continuamente; pero entrando en él por Cristo y con la asistencia del Espíritu Santo, somos evangelizadores, somos misioneros que mostramos que en medio de lo adverso y de la angustia Jesucristo nos salva porque al morir con él, también resucitamos con él. Bendecir en medio del sufrimiento evangeliza más que la mejor catequesis que podamos dar o recibir.

¿Cómo puedo entrar en esta dinámica de bendición de la que me siento incapaz? Haz de tu día una oración continua : "Señor, ten misericordia de mí" y espera.







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